domingo, 16 de marzo de 2014

¿"Conversión" o "llamada"?

                   Es claro que Pablo tuvo una experiencia profunda. También nos da algunas pistas sobre la forma en que la interpretó en la frase "cuando Dios, que me había separado antes de nacer y de llamarme por su gracia" (Gál 1,15). La expresión que adopta aquí es muy parecida a la que encontramos en dos pasajes de los profetas hebreos Jeremías e Isaías:

                  Jr 1,4-5:
                  Entonces me dirigió Yahvé la palabra en estos términos: "Antes de haberte formado yo en el vientre, te conocía, y antes de que nacieses, te tenía consagrado; te constituí profeta de las naciones [gentiles]".

                 Is 49,1-6:
                 Escuchadme, habitantes de las islas; atended, pueblos lejanos: El Señor me llamó antes de nacer; desde las entrañas de mi madre pronunció mi nombre. Convirtió mi boca en espada afilada, me escondió al amparo de sus manos; me transformó en flecha aguda y me guardó en su aljaba. Me dijo: "Tú eres mi siervo Israel, en quien seré glorificado".

                Pero yo dije: "He trabajado en vano, he gastado mis fuerzas para nada; sin embargo, el Señor defendía mi causa, Dios guardaba mi recompensa". Escuchad ahora lo que dice el Señor, que me formó en el vientre como siervo suyo para que le trajese a Jacob y le consagrase a Israel. Yo soy valioso para el Señor y en Dios se halla mi fuerza. El dice:
               "No sólo eres mi siervo
               para restablecer las tribus de Jacob
              y traer a los supervivientes de Israel,
              sino que te convierto en luz de las naciones [gentiles]
              para que mi salvación llegue hasta los confines de la tierra".

              En los dos pasajes se utilizan las expresiones "apartar", "consagrar" o "llamar" antes del nacimiento (o "desde el vientre materno") para referirse a la llamada que Dios hace al profeta [Los pasajes de Jeremías señalan más directamente a la propia comprensión del profeta como resultado de una experiencia de "llamada". Sin embargo, el de Isaías procede de uno de los denominados cánticos del siervo sufriente. Este "siervo" se ha interpretado como alusión al mismo profeta, al rey de Israel (símbolo del pueblo elegido), o a la misma nación, como una especie de "pueblo profético" cuya función consiste en proclamar su alianza con Dios como una llamada al resto de los pueblos de la tierra. Sólo mucho tiempo después llegarían a reinterpretarse estos mismos cánticos del siervo sufriente con referencia a Jesús como el mesías sufriente]. Con otras palabras, las expresiones de Pablo sitúan la interpretación de su experiencia totalmente dentro de la concepción judía.

            Pablo se consideró como un agente especial llamado por Dios para realizar una determinada tarea, que consistía, según el vocabulario de Isaías y Jeremías, en servir como profeta, o "luz", para las naciones. Pero también hemos de recordar que el término "naciones" en griego, tal como lo utilizan los LXX y Pablo, es sinónimo de "gentiles". Por consiguiente, parece que Pablo entendió que su misión era ser el mensajero designado por Dios para cumplir las profecías de Isaías y Jeremías. Esto lo sitúa totalmente dentro de su herencia judía, aun cuando predicara a los gentiles. También significa que no tiene sentido que hubiera abandonado el judaísmo para convertirse en seguidor del movimiento de Jesús o para llegar hasta los no judíos. Por esta razón, muchos especialistas prefieren definir la experiencia de Pablo como una "llamada" o "vocación" en lugar de "conversión" [Actualmente es la opinión más aceptada; cf. Koester, History and Literature of Early Christianity, p.108]. Si utilizamos el término "conversión", éste ha de entenderse únicamente en un sentido sectario; Pablo no se había "convertido" desde el judaísmo. Más bien, se había "convertido" simplemente desde una de las sectas del judaísmo, el grupo de los fariseos, a otra, al mismo tiempo que seguía compartiendo la misma visión del mundo y el mismo conjunto de valores. En esta perspectiva, Alan Segal considera a Pablo como una especie de "buscador religioso" que, progresivamente, llegó a darse cuenta de que el grupo al que había perseguido como forma aberrante del judaísmo era, después de todo, la auténtica [Alan F. Segal, Rebecca´s Children, Harvard University Press, Cambridge 1986, p. 104; cf., también, su obra Paul the Convert; The Apostolate and Apostasy of Saul the Pharisee, Yale University Press, New Haven 1990.] 

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