sábado, 1 de febrero de 2014

La trayectoria de Q.

                Es probable que lo que denominamos Q o fuente de los dichos sinópticos represente una tradición oral local de los dichos de Jesús. Puesto que parece tratarse de un cuerpo de material relativamente fijo que es anterior a la redacción de Mateo y Lucas, es habitual que los especialistas lo fechen entre los años 50 y 60 d.C., y, por tanto, casi contemporáneo de la misión egea de Pablo. Por lo menos, parte de este material podría remitir a un período incluso anterior; concretamente, a los años inmediatamente posteriores a la muerte de Jesús.

               Al igual que Pablo, es probable que la tradición Q refleje elementos procedentes de un sustrato arameo. A excepción de Pablo, constituye el nivel más antiguo al que podemos llegar en la investigación sobre la tradición de Jesús. No obstante, es el producto de una etapa de transmisión secundaria, puesto que la forma que se ha conservado procede de cuando se compuso en griego [Koester, Ancient Christian Gospels, p. 133, y J. Kloppenborg, The Formation of Q: Trajectories in Ancient Wisdom Collections, Fortress, Filadelfia 1987, pp. 219-226.] También se ha sostenido que los numerosos dichos Q que se encuentran en el Evangelio de Tomás reflejan, probablemente, una forma independiente de esta tradición [En total hay cuarenta y ocho pasajes paralelos entre Q y el Evangelio de Tomás.Cf. la lista en cuadro siguiente 6.3. Para un estudio más exhaustivo del Evangelio de Tomás, más adelante]. En general, los especialistas piensan que la redacción y el orden de los materiales Q se conservan más genuinamente en Lucas que en Mateo. Aun así, el autor de Lucas reelaboró el material, y en unos pocos casos parece que Mateo conserva la redacción más original.

              ¿Qué pueden enseñarnos la forma y el contenido Q sobre el movimiento jesuano primitivo que lo conservó y lo utilizó? Se ha dicho que la fuente Q encaja en la tradición sapiencial judía y sigue el género de la enseñanza sapiencial o proverbial [Cf. J. S. Kloppenborg (ed.), The Shape of Q: Signal Essays on the Sayings Gospel, Fortress, Minneapolis 1994, pp. 51-58 (el influyente ensayo sobre el género de James M. Robinson) y pp. 138-155 (estudio de Kloppenborg sobre los elementos característicos de las instrucciones)]. La utilización de la tradición sapiencial judía y gran parte de su contenido parecen sugerir un contexto palestinense. El hecho de que se mencione a varias ciudades de Galilea, a menudo de forma negativa, podría indicar que la colección Q se originó en Galilea. El dicho 23 dice:

            ¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados en vosotras, hace tiempo que, vestidas de saco y sentadas sobre ceniza, se habrían convertido. Por eso, será más tolerable el día del juicio para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿te elevarás hasta el cielo? ¡Hasta el abismo te hundirás! (Lc 10,13-15 []; cf. Mt 11,23-24 [., ]).

             Dado que Corozaín, Betsaida y Cafarnaún formaban parte de la Baja Galilea, como Nazaret, es probable que estos dichos negativos reflejen la época de la misión del mismo Jesús o bien cuando el movimiento se desplazó un tanto hacia el norte, a la Alta Galilea, donde se produjo un mayor contacto con las regiones y ciudades de la frontera siria, como Tiro y Sidón. De cualquier modo, parece que la zona de Galilea encajaría perfectamente con el contexto social de Q. A partir de la redacción y de las citas procedentes de los LXX, podemos decir que el movimiento ya se había desplazado a un contexto grecoparlante en el que era perfectamente posible el contacto habitual con gentiles. Una vez más, estos elementos encajan en la región de la Alta Galilea, especialmente en el período anterior a la primera revuelta. Probablemente, el evangelio de Mateo procede de una fase posterior de esta misma trayectoria, que aún estaba operativa en las regiones predominantemente judías de la Alta Galilea o de la Baja Siria. Pero este dato da aún más relieve a la omisión en Hechos de la referencia a los grupos galileos del movimiento, puesto que su autor conocía perfectamente este mismo material. Tal vez, la tradición Q había sido ya llevada por entonces a otras regiones, o puede que exista una razón más siniestra. Si es así, deberíamos preguntarnos entonces qué nuevas experiencias y reverberaciones culturales podrían haberse producido con estos nuevos horizontes.

              También existen indicios en el material Q que sugieren que fue retocado o reelaborado con comentarios adicionales que proceden de un contexto más tardío, aunque anterior a la primera revuelta. Varios dichos parecen tratar del rechazo a la enseñanza de Jesús, pero, de hecho, indican un rechazo a la predicación sobre Jesús. Con otras palabras, la propia experiencia de la comunidad se proyecta en el mismo Jesús (Cuadro 6.3).

             Un buen ejemplo de cómo esto nos ayuda a entender la lógica de Q se encuentra en una intervención que defiende a Jesús y a Juan de la crítica de la sociedad (Q20):

             ¿Con quién compararé a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a esos muchachos que se sientan en la plaza y, unos a otros, cantan esta copla: "Os hemos tocado la flauta y no habéis danzado; os hemos entonado lamentaciones y no habéis llorado". Porque vino Juan el Bautista, que no comía ni bebía, y dijistéis: "Está endemoniado". Viene el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: "Ahí tenéis a un comilón y a un borracho, amigo de los publicanos y pecadores". Pero la sabiduría ha quedado acreditada por todos los que son sabios (Lc 7,31-35 []; cf. Mt 11,16-19 [, ]).

               En este texto encontramos claramente una apelación a la autoridad de Sofía, la dama Sabiduría, presentada como la madre de Jesús y Juan. En la literatura sapiencial se llamaba habitualmente hijo o hijos de la sabiduría a los profetas de antaño o a la persona justa [Cf. Sab 6,12-23; 10,15-11,1; Eclo 4,11; 24,23-29]. De forma semejante, gran parte de los dichos proféticos de Jesús en Q que tienen la forma de breves relatos con proclamaciones solemnes, o chreiai, muestran que han sido reelaborados según las circunstancias de la comunidad [Kloppenborg (The Shape of Q, pp.148-150) hace una lista de las siguientes unidades de Q que presentan esta conexión: 8-14, que contiene los elementos originales del sermón de la montaña/llanura (Lc 6,20b-49); 21-26 (Lc 9,57-62 y 10,2-16.21-24); 35-39 (Lc 12,2-12); 41-42 + 44 (Lc 12,22b-34,39.40). [http://hechosdelosapostolesguion.blogspot.com.es/]. Es digno de notar que la mayoría de los paralelos paulinos con el material Q proceden de este mismo cuerpo de enseñanzas, que Pablo utiliza igualmente en la exhortación a sus iglesias (Cuadro 6.3).



Estos rasgos secundarios de Q se apiñan en torno a dos cuestiones fundamentales que surgen de la experiencia del movimiento, a saber, la identidad sectaria y la expectativa apocalíptica. Muchos de los dichos de Q son defensivos o apologéticos; es decir, reflejan una experiencia de resistencia u oposición por parte de otros. La apelación a la autoridad divina, como vimos en el caso de Sofía (Q 20 = Lc 7,31-35), ayuda a reforzar el sentido de justicia que tiene la secta frente a la crítica y a la persecución (Q 35-39 = Lc 12,2-12). Otro indicio de esta tensión se encuentra en los dichos sobre la división social, como en Q 46. En este caso resultará instructivo comparar las dos versiones:

Lc 12,49.51-53:

49 Fuego he venido a lanzar a la tierra, y ¡qué más quiero si ya ha prendido!
51 ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? Os digo que paz no, sino división.
52 Porque, de ahora en adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres;
53 se dividirá padre contra hijo e hijo contra padre, madre contra hija, e hija contra madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra.


Mateo 10,34-36:

34 No penséis que he venido a sembrar paz en la tierra: no he venido a semrar paz, sino espadas;
35 porque he venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con la madre, a la nuera con la suegra; 
36 así que los enemigos de uno serán los de su casa (Miq 7,6).


                  Es posible que Mateo conserve en este caso una forma más original que Lucas, pero es digno de notarse que los elementos de las dos versiones se encuentran en el Evangelio de Tomás [Evangelio de Tomás 10: "He arrojado fuego sobre el mundo y ved que lo mantengo hasta que arda"; 16: "Quizá piensan los hombres que he venido a traer paz al mundo y no saben que he venido a traer disensiones sobre la tierra: fuego, espada, guerra. Pues cinco habrá en casa: tres estarán contra dos y dos contra tres, el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre. Y todos ellos se encontrarán en soledad". Traducción de Aurelio de Santos Otero, Los evangelios apócrifos, BAC, Madrid 1991, pp, 678ss.]. La clave se halla en la discordia, incluso en el seno de las familias [Cf. Q56a (Lc 14,26; Mt 10,37); cf. Evangelio de Tomás 55; 101]. Quizá, más que cualquier otro elemento, este dato pone en evidencia la experiencia de aquellos que se han unido a una secta, pero cuyas familias y amigos mantienen una postura contraria a sus creencias y enseñanzas.

                  En cada caso, los sutiles cambios en la utilización de Q por los evangelios posteriores muestran el cambio de contexto social y de horizontes culturales del movimiento o, al menos, de determinadas comunidades del movimiento. Un buen ejemplo se encuentra en la parábola de la gran cena (Q55; cf. cuadro 6.4). 



                  Un análisis riguroso de este texto pone de manifiesto que existe un mismo contenido y un vocabulario griego idéntico en el relato que subyace en las tres versiones, pero cada uno de los tres escritores los ha modificado para una determinada audiencia o una situación particular.

                   La parábola base subraya la poca receptividad de los primeros invitados y la consecuente invitación que se hace a los nuevos. El Evangelio de Tomás da a este tema un sentido antimaterialista. Mateo lo yuxtapone a la parábola de los labradores homicidas e incluso introduce elementos de ella en la parábola de la gran cena, sobre todo cuando el enfadado rey mata a los invitados que le han ofendido e "incendia su ciudad" (Mt 22,6-7 [., ]). Estos elementos crean una alusión intertextual a la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C.; por consiguiente, mediante una implicación, Mateo transforma a los primeros invitados en aquellos que rechazaron y mataron a Jesús. Posteriormente, al final, añade otra parábola sobre un hombre que aparece sin el traje adecuado para la boda [La parábola del vestido de bodas tiene un paralelo en las fuentes rabínicas, donde tiene el sentido de "estad preparados, pues no sabéis cuándo moriréis". Cf. el tratado Shabbat (153a) del Talmud de Babilonia. Yo considero que Mateo toma esta parábola de una versión más rudimentaria que se encuentra también en Q; cf. Q43 (Lc 12,35-38 - -. Una versión posterior y más elaborada de esta idea se encuentra en la parábola escatológica mateana de las doncellas prudentes y necias (Mt 25,1-13 -., -)]; continúa con el tema del juicio escatológico dándole un fuerte tono sectario: ni siquiera se salvarán todos los que acuden a la cena. Esta adición indica, probablemente, la existencia de tensiones entre la comunidad judeocristiana posterior de Mateo y otras formas del movimiento de Jesús, incluyendo las que estaban vinculadas a Jerusalén.

                   Lucas está más próximo al original en muchos aspectos; sin embargo, en la mitad del texto añade una invitación dirigida a los nuevos invitados (Lc 14,21b-22). Dado que éstos ("los pobres, los lisiados, los ciegos y  los cojos") aparecen con los mismos términos que en el dicho añadido que le precede (Lc 14,13-14), nos encontramos también con un intertexto intencional del autor lucano que no formaba parte de la parábola original de Q. Muestra el propio interés que Lucas tiene por el bienestar social; transforma la segunda invitación -que es la original en la parábola de Q-, orientándola a los gentiles.

                  Estos rasgos secundarios que se encuentran en Mateo, Lucas y Tomás no parecen formar parte del original Q. Por tanto, ¿de qué trataba la parábola original? Parece que de la experiencia de oposición y rechazo al mensaje sobre Jesús que tuvo la comunidad de Q y de su determinante resolución de dirigirse a nuevos "invitados" que no habrían formado parte de los destinatarios originales del movimiento. Muchos de los miembros de este grupo podrían haber formado parte de estos nuevos "invitados". Parece que el contexto del banquete conecta la parábola con el pasaje que hemos visto anteriormente, en donde aparentemente se critica a Jesús por "comer con publicanos y pecadores". La parábola sirve como justificación de este cambio de destinatarios y sus implicaciones sociales con respecto al grupo. Refleja, por tanto, una ubicación social nueva o cambiante del grupo. Por otra parte, esto no significa que la tradición Q estuviera abandonando sus raíces judías o que se hubiera convertido en un movimiento gentil independiente; más bien, está comenzando a virar hacia el exterior con el ojo puesto en los gentiles que se convertían al judaísmo y a Jesús. Podría tratarse de una forma primitiva de la misión a los gentiles anterior e independiente de Pablo; y sin embargo, se mantiene categóricamente dentro de una matriz sectaria judía.

                   Finalmente, la experiencia sectaria del grupo se interpreta apocalípticamente. El tema de una gran cena posee implicaciones sociales sobre el sentido de pertenencia a la secta y la solidaridad en ella; sin embargo, también connota el sentido de "banquete escatológico", en el que el elegido será introducido en el reino. Esta expectativa del reino mantiene el tradicional tono apocalíptico judío. Los miembros del grupo no sólo combaten contra la oposición humana, sino también contra fuerzas demoníacas (Q 29; Lc 11,14-23 []). Quienes no siguen el camino justo, es decir, no se unen a la secta de Jesús, serán juzgados (Q 10-14). Jesús es su profeta, el hijo de Sofía, y retornará como juez escatológico. Es mucho lo que está en juego, y el tiempo apremia.


                 

 

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